Cómo un viaje se convirtió en símbolo olímpico

Cómo un viaje se convirtió en símbolo olímpico

Una vez más y durante la mañana, todavía no se han bajado las sombras de la zona mixta para los atletas que corren la maratón de marcha en el Trocadéro. El suelo provoca chispazos en la superficie del Sena, en las casas de los árboles, en los vasos esmerilados de los periódicos, en las botas deportivas. Pero Hana Burzalová tirita. “Hablemos en otro momento”, la digo mirándole los brazos, pero quiere seguir ahí, porque en el fondo lo que está pasando no es una entrevista, sino un encuentro personal con la corredora no contacta española. Hana encontró un bikini verde con espalda, junto con el resto de nuestra ropa; hay una piel muy blanca, con unas cuantas criaturitas y los poros de los brazos y del cuerpo como diminutos volcanes. En principio, el temblor es alto, aunque a la vez una escalada, como así también su pareja en la carrera mixta, Dominik Cerny, la pasa el brazo por encima para transmitir su calor. “Es la chica de la que llevas”, dicen. Y entonces empezó a entender.

La pareja eslovaca logró completar los 42 kilómetros de marcha mixta, la exigente exigencia con la que Álvaro Martín y María Pérez ganaron el oro. Dominik y Hana lo escucharon en tres horas, tres minutos y cinco segundos, y se ubicaron en el punto 18: “¿Habéis creado que en uno de nuestros juegos no se pierda ninguna medalla, pero con este resultado hemos construido nuestra mejor marca personal y la mejor marca de nuestro país”, y abrirá más, buscando el contacto, el roce indisimulado, como si quisieran respirar. La mano de Dominik se debe al despeje del cuerpo de Hana, ella es la mejor en su hombre, y su búsqueda física se distingue del resto de los corredores que, en ese momento, se ocupan de décadas de publicaciones periódicas acompañadas en el valle, grabadora. en la mano. En nuestra charla, sans embargo, no hay grabadora: vino a ver a Hana, una querida bruja, sí. Desearle a la más feliz de todas las novias con su promesa.. “¿Quando os casáis?”, dicen, pero en el fondo creo que es ese momento en que se hace amigo de una atleta dans unos Juegos; Es posible que tu amigo triunfe entre tantos fuegos olímpicos, récords, límites y concentraciones.

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Todos estaban en las páginas de este periódico, cuando los jugadores de los deportistas por el calor y la calidad de la comida de la Villa Olímpica nos mostraron un reportaje: Fui a la Villa, el pequeño recinto donde, con un pase especial, dejan Accede a los periodistas y podrás conocer a los deportistas que los consideres directamente. “A ver qué rasco”, les dicen a Ángel Pereda y José Miguélez, responsables deportivos de El Correo y ABC, y reciben su mensaje en la pantalla del teléfono para que podamos asistir a los encuentros sólo interpretando ‘ojalá sea por ahí’ m en el punto de hacer. Una vez allí, supe que habíamos acertado.

La siguiente vez, mientras paseaba, me encontré en el Carrefour de la Villa Olímpica, el mejor lugar para observar lo que pasa con la gente que tiene sus habitaciones. Durante una hora, compré a los deportistas, que las cantidades, que el tipo de comida llevaban a la habitación; Conseguí detalles y anécdotas, conseguí declaraciones de dos nadadors de Japón, uno de Libia, otro de Guyana, unos alemanes, para que, sobre las cinco de la tarde, rodeara el librito y se acercara a comprar algo que puede venir: un sándwich y una zumo. Aquí hay colosos, todos en chándal, pletóricos en su mejor (y más importante) momento, pero al llegar a la caja a pagar, la tarjeta de crédito no funciona. “Sólo aquí se puede pagar con Visa”, dice el conductor, y mira al siguiente cliente, aparte del restaurante de mi vendedor. Que te compres un collar de jugadores olímpicos es un embarazoso que se estropea por el super.

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Pasando deambulando por la Villa entre deportistas caídos y colchonetas cerca del río, entre otros que escuchaban música, visité las tumbas de cierto número de ellos que jugaban en una pantalla de juegos, cuando una voz gritó: “Señora, señora ! Un joven en chándal me hizo vivir y en Mirarnos ocurrieron varios milagros. Pensé que algo andaba mal, que tenía colado donde no debía, y que tenías en la caja preparado el ‘perdón, lo siento’ cuando lo levanté en la mano donde estaba en mi primera comida del día. ; mi sándwich y el zumo. “No puedo permitir que te vayas de aquí sin venir.“, me dije a mí mismo. Entre balbuceos y riesgos que parecieron gracias, y rodeadas de atletas olímpicos de todas las disciplinas, nuestros presentamos; Nos esforzamos en debutar en París y en mi futuro, en mi futuro cuerpo y en mi futura novela, desde la mitad hasta caer cuando te encuentre a algo grande y a satisfacción del periódico. El bocadillo no es saludable, pero está con lo mismo que ahora, en la zona mixta del Trocadéro, y Hana se entera de que va a hacer en París durante la carrera y la ilusión que descubre de que está allí, entre los Periódicos, sabía que no cubría el atletismo.

“No sabemos cuándo nuestros amigos, quizás me de otra sorpresa”, dice Mirando a su promesa, que le pidió matrimonio durante el Mundial de Atletismo de Budapest el año pasado, arrodillado sur la línea de meta rientras la corría el tramo final de los 35 kilómetros de caminata. El temblor de tu cuerpo se ha manifestado muy evidente, tu piel es blanca bronceada, lo que pesa en las fotos que quien quiera enseñar, me separa del valle. “Él de irme”, el digo, y cuando acaba molestando por guardar el móvil, embolsa el bolso que compró antes de saber moverse. “Supongamos que ahora no podemos venir después de tres horas, pero…”, y así lo hago. Hanna puso los ojos vidriosos y presionó los labios contra el cielo. Si es así, entonces tienes que preguntar. el cruasa aún esta caliente, lo notó en las manos, una forma hinchada de hojas crujientes; con la otra mano el doy Zumo.

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«¡Es justo lo que se necesita ahora!» «, dice, abriendo sus ojos rojos y el espejo, y trata de sostener la bolsa marrón con el temblor de sus manos; Logra sacar uno de los picos del cruasán y empieza a comérselo. No es que alguien absorba todas las partículas en cada masticación, porque su cuerpo sufre de desechos que está al punto de colapsar, pierde con las prisas tantos nutrientes como le ordena a su sistema nervioso moverse. “Necesito comer, necesito esto, glucosala”, por lo tanto, y los dedos sísmicos arrancan otro pedazo de cruasán y otro. Y hay ojos y un trago al zumo de naranja embotellado, fresco. “Estamos ansiosos por terminar los juegos, así como ahora llena nuestra luna de miel«, dice Dominik para decir que Hana se quedó en silencio, que ella azúcar le llega a los músculos. “¿Entonces ya sabes cuándo será la boda?”, dijo. Otro trago. “Mmmm, tengo algo en mente, quizás otra sorpresa”, y le dijo a Hana, que ya no masticaba. La piel de la corredora va recuperando su color, en su piel ahora se lee: “No podía dejar que te fueras de aquí con hambre”, dicen. Acaba de batir su propio disco, el de su país, mais las manos ya no le tiemblan cuando se zampa el último bocado de cruasán.